María, modelo de la Iglesia «en salida» y dócil ante el Espíritu Santo, nos ayuda a ser, en virtud del bautismo, discípulos misioneros.
¡HOY ES TIEMPO DE VALENTÍA!
La segunda lectura de hoy nos presenta la exhortación de Pablo a Timoteo, en la que, viendo ya cercano el final de su camino terrenal, describe su vida en referencia a tres estaciones: el presente, el pasado, el futuro.
Al presente hace referencia con la metáfora del sacrificio: «porque estoy a punto de ser derramado en libación». Por lo que se refiere al pasado, Pablo indica su vida transcurrida con las imágenes de la «buena batalla» y de la «carrera» de un hombre que fue coherente con sus propias responsabilidades; como consecuencia, confió en el reconocimiento futuro por parte de Dios, que es «juez justo». Pero la misión de Pablo resultó eficaz solamente gracias a la fuerza del Señor, que hizo de él un anunciador del Evangelio: «El Señor me asistió y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles».
En este relato autobiográfico de san Pablo se refleja la Iglesia, convencida de que el verdadero éxito de nuestra misión es un don de la Gracia: es el Espíritu Santo quien hace eficaz la misión de la Iglesia en el mundo.
¡Hoy es tiempo de misión y es tiempo de valor! Valor para reforzar los pasos titubeantes, de retomar el gusto de gastarse por el Evangelio, de retomar la confianza en la fuerza que la misión trae consigo. Es tiempo de valor, aunque tener valor no significa tener garantía de éxito. Se nos ha pedido valor para luchar, no necesariamente para vencer; para anunciar, no necesariamente para convertir. Se nos pide valor para ser alternativos al mundo, pero sin volvernos polémicos o agresivos jamás. Se nos pide valor para abrirnos a todos, pero sin disminuir lo absoluto y único de Cristo, único salvador de todos. Se nos pide valor para resistir a la incredulidad sin volvernos arrogantes. Se nos pide también el valor del publicano del Evangelio de hoy, que con humildad no se atrevía ni si quiera a levantar los ojos hacia el cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Oh Dios, ten piedad de mí, pecador». ¡Hoy es tiempo de valor! ¡Hoy se necesita valor! (Francisco, Ángelus, 23/10/2016)
DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO
Hay pocos hombres o mujeres que se salven de verdad de una costumbre, de una tentación: la de creernos mejores que los demás, la de sentirnos autorizados a juzgar a los demás. Sobre todo cuando ‘los demás’ forman parte de algún grupo que nos parece especialmente digno de menosprecio, de condena.
Pidamos el don de la humildad, porque el que se engrandece será humillado, y el que se humilla será engrandecido.
Hoy nuestra mirada se extiende al mundo entero, pues celebramos el Domingo Mundial de las Misiones. Sentimos con especial intensidad la llamada del Señor a hacer que su Evangelio alcance a toda la tierra. Rezamos por los misioneros y misioneras. Su labor es también la nuestra, allí donde nos encontramos.
Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 23 de Octubre.
Fuente: Parroquia María Auxiliadora de Lima
Fuente: Salesianos Perú