María nos ayude a seguir a Jesús con alegría en el camino del servicio, el camino maestro que lleva al Cielo..
LA VERDADERA GRANDEZA
El Evangelio de hoy describe a Jesús que, una vez más y con gran paciencia, intenta corregir a sus discípulos convirtiéndolos de la mentalidad del mundo a la de Dios. Le brindan la ocasión los hermanos Santiago y Juan. Ya han recorrido un largo camino con Él y pertenecen al grupo de los doce Apóstoles. Por eso los dos hermanos se arman de valor y dirigen al maestro su petición: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y
otro a tu izquierda».
Jesús sabe que Santiago y Juan están animados por un gran entusiasmo por Él y por la causa del Reino, pero sabe también que sus expectativas y su celo están contaminados por el espíritu del mundo. Por eso responde: «No saben lo que piden». Y mientras ellos hablaban de «tronos de gloria» en los que sentarse junto a Cristo Rey, Él habla de un «cáliz» para beber, de un «bautismo» a recibir, es decir de su pasión y muerte. El camino del amor es siempre «con pérdida», porque amar significa dejar a parte el egoísmo, la autorreferencialidad, para servir a los demás.
Jesús se da cuenta de que los otros diez Apóstoles se enfadan con Santiago y Juan, demostrando así que tienen la misma mentalidad mundana. Y esto le ofrece la inspiración para una lección que se aplica a los cristianos de todos los tiempos, también para nosotros: mientras los grandes de la Tierra construyen «tronos» para el poder propio, Dios elige un trono incómodo, la cruz, desde donde reinar dando la vida.
El camino del servicio es el antídoto más eficaz contra la enfermedad de la búsqueda de los primeros puestos; es la medicina para los arribistas, esta búsqueda de los primeros puestos, que infecta muchos contextos humanos y no perdona tampoco a los cristianos. Por lo tanto, como discípulos de Cristo, acojamos este Evangelio como un llamado a la conversión, a dar testimonio con valentía y generosidad de una Iglesia que se inclina a los pies de los últimos, para servirles con amor y sencillez. (Francisco, Ángelus, 21/10/2018)
XXIX Domingo del Tiempo Ordinario
El centro de nuestra reunión dominical es la repetición del gesto de Jesús que partió el pan en la víspera de su
muerte. Nuestro encuentro es memoria de aquel gesto de entrega definitiva a los hombres. Por eso esta
Eucaristía es un llamado a vivir el mismo estilo de vida.
El Evangelio nos habla del servicio, del sacrificio y del rescate de una gran multitud. Jesús pagó con su sangre el rescate de todo el mundo. Los misioneros siguen dando sus vidas unidos a Cristo. Expresemos nuestra solidaridad misionera con nuestro óbolo generoso y nuestra oración.
Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 17 de octubre.
Fuente: Salesianos Perú