XVIII Domingo del Tiempo Ordinario

María nos ayude a no dejarnos fascinar por las seguridades que pasan, sino a ser cada día testigos creíbles de los valores eternos del Evangelio.

EL HOMBRE NECIO

El Evangelio de hoy Jesús nos exhorta a alejarnos de la codicia, es decir, de la avaricia de poseer. Para disuadir a sus oyentes de esta frenética búsqueda de riquezas, Jesús cuenta la parábola del rico necio, que cree que es feliz porque ha tenido la buena fortuna de un año excepcional y se siente seguro de los bienes que ha acumulado. Sería hermoso que lo leyeran hoy. Es una hermosa parábola que nos enseña mucho. La historia cobra vida cuando surge el contraste entre lo que el hombre rico planea para sí mismo y lo que Dios le plantea.

El rico pone ante sí mismo, tres consideraciones: los muchos bienes acumulados, los muchos años que estos bienes parecen asegurarle y, en tercer lugar, la tranquilidad y el bienestar desenfrenado. Pero la palabra que Dios le dirige anula estos proyectos. En lugar de los «muchos años», Dios indica la inmediatez de «esta noche: esta noche te reclamarán el alma»; en lugar de «disfrutar de la vida», le presenta la «restitución de la vida: tú darás la vida a Dios», con el consiguiente juicio.

Los muchos bienes acumulados, en los que el rico tenía que basar todo, están cubiertos por el sarcasmo de la pregunta: «Las cosas que preparaste, ¿para quién serán?». Pensemos en las muchas luchas familiares por la herencia. Y mucha gente, todos conocemos algunas historias, que en la hora de la muerte comienza a llegar: sobrinos, los nietos vienen a ver: «¿Qué me toca a mí? Y se lo llevan todo. Es en esta contraposición donde se justifica el apelativo de «necio» —porque piensa en cosas que cree concretas pero que son una fantasía— con el que Dios se dirige a este hombre. Es necio porque en la práctica ha negado a Dios, no ha contado con Él.

La conclusión de la parábola es de una eficacia singular: «Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios». Es una advertencia que revela el horizonte hacia el que todos estamos llamados a mirar. Los bienes materiales son necesarios, pero son un medio para vivir honestamente y compartir con los más necesitados. (Francisco, Ángelus, 4/08/2019)

DOMINGO XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

El Señor nos reúne en este domingo para alimentarnos con su Palabra y con su Cuerpo. La Palabra de Dios nos reserva unas páginas duras y exigentes. El Señor nos pone sobre aviso porque nos quiere.
En el Evangelio de hoy Jesús nos invita a cuidarnos de la avaricia que es una forma de idolatría, y nos recuerda que la riqueza no nos garantiza la vida eterna. Triste vida la del hombre que ha hecho del “tener y retener” el objeto de su vida.

Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 31 de Julio.

Fuente: Parroquia María Auxiliadora de Lima

Fuente: Salesianos Perú

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