XVII Domingo del Tiempo Ordinario

María, mujer orante, nos ayuda a rezar el Padre Nuestro unidos a Jesús para vivir el Evangelio, guiados por el Espíritu Santo.

LA ORACIÓN DE LOS HIJOS

En el Evangelio los discípulos desean vivir la misma “calidad” de la oración de Jesús. Porque notan que la oración es una dimensión esencial en la vida de su Maestro. Además, están fascinados porque ven que su oración es un vínculo íntimo con el Padre, tanto que desean participar en esos momentos de unión con Dios, para saborear por entero su dulzura.

Así, un día, le piden: «Señor, enséñanos a orar». Respondiendo a la petición, Jesús no da una definición abstracta de la oración, ni enseña una técnica para orar y “obtener” algo. En cambio, invita a sus seguidores a experimentar la oración, poniéndolos directamente en comunicación con el Padre, despertando en ellos el anhelo de una relación personal con Dios. ¡Aquí está la novedad de la oración cristiana! Es un diálogo entre personas que se aman, basado en la confianza, sostenido por la escucha y abierto a la solidaridad.

Cuando Jesús nos enseña el Padre Nuestro nos hace entrar en la paternidad de Dios y nos muestra el camino para entrar en un diálogo orante y directo con Él, a través del camino de la confianza filial. Es un diálogo entre el papá y su hijo, del hijo con su papá. Lo que pedimos en el Padre Nuestro ya está hecho para nosotros en el Hijo Unigénito: la santificación del Nombre, el advenimiento del Reino, el don del pan, el perdón y la liberación del mal. Mientras pedimos, abrimos nuestras manos para recibir los dones que el Padre nos mostró en el Hijo. La oración que el Señor nos enseñó es la síntesis de toda oración, y nosotros siempre la dirigimos al Padre en comunión con los hermanos.

Después Jesús cuenta la parábola del amigo importuno y dice: “Debemos insistir en la oración”. Los niños cuando tienen tres, tres años y medio comienzan a mirar a su papá y dicen: “Papá, ¿por qué? Papá, ¿por qué?”. Piden explicaciones. Nosotros, en el Padre Nuestro, hacemos lo mismo que cuando éramos niños: atraemos la mirada del Padre sobre nosotros. Diciendo “Padre, Padre”, y también diciendo: “¿Por qué?” Y Él nos mirará. (Francisco, Ángelus, 28/07/2019)

DOMINGO XVII DEL TIEMPO ORDINARIO

Estamos, aquí, en la iglesia, en la presencia del Señor. Sabemos que Él está con nosotros, que nos escucha, que está dispuesto a llenarnos de su amor.
Con gratitud, nos disponemos a pasar este rato del domingo con Él. Juntos como hermanos, reunidos en torno a nuestro Padre, escucharemos su Palabra, le daremos gracias, le presentaremos nuestras necesidades y nos alimentaremos del pan de vida que Él nos ofrece.
Dispongámonos a celebrar nuestro encuentro con Dios.

Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 24 de Julio.

Fuente: Parroquia María Auxiliadora de Lima

Fuente: Salesianos Perú

Comments