María nos ayuda a comprender y a vivir el vínculo inquebrantable que existe entre el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos dé la gracia de crecer en compasión.
HACERSE CARGO DEL HERMANO
El Evangelio presenta la parábola del “buen samaritano”, una de las parábolas más hermosas del Evangelio, que se ha convertido en el modelo de cómo debe actuar un cristiano. El protagonista de esta breve historia es un samaritano, que encuentra en el camino a un hombre golpeado por los salteadores y lo toma bajo su cuidado, ayudándolo con todos los medios a su alcance.
Por ese mismo camino, antes del samaritano, ya habían pasado un sacerdote y un levita, es decir, personas dedicadas al culto de Dios. Pero, al ver al pobre hombre en el suelo, habían proseguido su camino sin detenerse.
Jesús propone al samaritano como modelo, ¡precisamente uno que no tenía fe! También nosotros pensamos en tantas personas que conocemos, quizás agnósticas, que hacen el bien. Y este hombre, amando a su hermano como a sí mismo, muestra que ama a Dios con todo su corazón y con todas sus fuerzas, y al mismo tiempo expresa verdadera religiosidad y plena humanidad.
Después de contar esta hermosa parábola, Jesús se vuelve hacia el doctor de la ley que le había preguntado «¿Quién es mi prójimo?» Y le dice: «¿Quién de estos te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». De esta manera, invierte la pregunta de su interlocutor y también la lógica de todos nosotros. Nos hace entender que no somos nosotros quienes, según nuestro criterio, definimos quién es el prójimo y quién no, sino que es la persona necesitada la que debe poder reconocer quién es su prójimo, es decir, «el que tuvo compasión de él».
Ser capaz de tener compasión: esta es la clave. Esta es nuestra clave. Si no sientes compasión ante una persona necesitada, si tu corazón no se mueve, entonces algo está mal. No nos dejemos llevar por la insensibilidad egoísta. La capacidad de compasión se ha convertido en la piedra de toque del cristiano, es más, de la enseñanza de Jesús. Jesús mismo es la compasión del Padre hacia nosotros. La misericordia por una vida humana en estado de necesidad es el verdadero rostro del amor. (Francisco, Ángelus, 14/07/2019)
DOMINGO XV DEL TIEMPO ORDINARIO
En el evangelio de hoy escucharemos esta pregunta: ¿Quién es mi prójimo? Es decir: ¿quién es el hombre o la mujer a quien debo amar como el Padre nos ama? La respuesta de Jesús podríamos resumirla así: cualquier hombre, cualquier mujer, especialmente el más necesitado.
Todos los domingos, cuando nos reunimos para la Eucaristía, celebramos el mayor ejemplo de este amor: Jesús, que ha amado hasta morir en la cruz. Y pedimos saber amar como él: saber reconocer en cada mujer y en cada hombre un hermano y saberlo tratar con amor.
Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 10 de Julio.
Fuente: Parroquia María Auxiliadora de Lima
Fuente: Salesianos Perú