Cada momento es precioso: debemos vivir y actuar en esta tierra teniendo nostalgia del cielo.
LAS LÁMPARAS ENCENDIDAS
En el Evangelio de hoy Jesús llama a sus discípulos a una vigilancia constante para captar el paso de Dios en su vida. Y señala las formas de vivir bien esta vigilancia: «Tengan ceñida la cintura y encendidas las lámparas». En primer lugar, «ceñida la cintura», una imagen que recuerda la actitud del peregrino, dispuesto a emprender el camino. Se trata de no echar raíces en moradas cómodas y tranquilizadoras, sino de abandonarse, de abrirse con sencillez y confianza al paso de Dios en nuestras vidas, que nos guía hacia la meta sucesiva. La vida de fe es un itinerario continuo, para dirigirse hacia etapas siempre nuevas, que el Señor mismo indica día tras día.
Después se nos pide que mantengamos “encendidas las lámparas”, para poder iluminar la oscuridad de la noche. Es decir, estamos invitados a vivir una fe auténtica y madura, capaz de iluminar las muchas “noches” de la vida. La lámpara de la fe requiere ser alimentada continuamente, con el encuentro de corazón a corazón con Jesús en la oración y en la escucha de su Palabra. Lleven siempre un pequeño Evangelio en el bolsillo…
Y Jesús, para hacernos comprender esta actitud, cuenta la parábola de los siervos que esperan el regreso del Maestro cuando vuelve de las bodas, presentando así otro aspecto de la vigilancia: estar preparados para el encuentro último y definitivo con el Señor. Cada uno de nosotros tiene la propia fecha para el encuentro definitivo. Dice el Señor: «Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, encuentre despiertos…». Con estas palabras, el
Señor nos recuerda que la vida es un camino hacia la eternidad.
Entonces el señor «se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo». La alegría eterna del paraíso se manifiesta así: la situación se invertirá, y ya no serán los siervos, es decir, nosotros, los que sirvamos a Dios, sino que Dios mismo se pondrá a nuestro servicio. Y esto lo hace Jesús ya desde ahora. Jesús reza por nosotros, Jesús nos mira y pide al Padre por nosotros, Jesús nos sirve ahora, es nuestro siervo. Y esta será la última alegría.
(Francisco, Ángelus, 11/08/2019)
DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO
Celebramos una vez más nuestra fiesta dominical. Con alegría damos gracias al Señor que nos reúne. Todo encuentro con Él es siempre enriquecedor. Hoy también nos ofrece su Palabra y su alimento de vida eterna. Pongamos sobre el altar toda nuestra vida, las ilusiones y esperanzas, los fracasos y sufrimientos, todo lo ponemos en el corazón de Jesús y le pedimos fuerza para iniciar en su nombre la nueva semana.
Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 07 de Agosto.
Fuente: Parroquia María Auxiliadora de Lima
Fuente: Salesianos Perú