XIV Domingo del Tiempo Ordinario

María sostiene en todo lugar la misión de los discípulos de Cristo: anunciar a todos que Dios nos ama, quiere salvarnos y nos llama a ser parte de su Reino.

SUS NOMBRES ESTÁN ESCRITOS EN EL CIELO

El Evangelio presenta a Jesús que envía en misión a setenta y dos discípulos. Este envío prefigura la misión de la Iglesia de anunciar el Evangelio a todos los pueblos. Jesús dijo a los discípulos: «La mies es mucha y los obreros son pocos. Rueguen, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies». Esta petición de Jesús es siempre válida. Siempre debemos orar a Dios Padre para que envíe obreros a trabajar en su campo, que es el mundo.

Cuando envía a los setenta y dos discípulos, Jesús les da instrucciones precisas que expresan las características de la
misión. La primera -ya lo hemos visto-: recen; la segunda: vayan; y luego: no lleven bolsa o alforja…; digan: “Paz a esta casa”… permanezcan en esa casa… No vayan de casa en casa; curen a los enfermos y díganles: “El Reino de Dios está cerca de ustedes”; y, si no los reciben, salgan a las plazas y despídanse.

Estos imperativos muestran que la misión se basa en la oración; que es itinerante: no está quieta, es itinerante; que requiere desapego y pobreza; que trae paz y sanación, signos de la cercanía del Reino de Dios; que no es proselitismo sino anuncio y testimonio; y que también requiere la franqueza y la libertad para irse, evidenciando la responsabilidad de haber rechazado el mensaje de salvación, pero sin condenas ni maldiciones.

Si se vive en estos términos, la misión de la Iglesia se caracterizará por la alegría: «Regresaron los setenta y dos alegres». No se trata de una alegría efímera que viene del éxito de la misión; por el contrario, es un gozo arraigado en la promesa de que -dice Jesús- «sus nombres están escritos en el cielo». Con esta expresión, él se refiere a la alegría interior, indestructible, de ser discípulos de Jesús. Cada uno de nosotros puede pensar que su nombre está “escrito en los cielos”, en el corazón de Dios Padre. Y es la alegría de este don lo que hace de cada discípulo un misionero, uno que camina en compañía del Señor Jesús, que aprende de él a entregarse sin reservas. (Francisco, Ángelus, 7/07/2019)

DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

En Jesucristo está nuestra paz, nuestra salvación, nuestra esperanza. Su Reino, su Evangelio, es novedad y vida para todos. Es ánimo y coraje para los pobres, luz para los ciegos y los tristes, confianza para los desconcertados, fortaleza para los que tienen miedo.
Nosotros venimos aquí cada domingo para renovar nuestra adhesión a Jesucristo, nuestra voluntad de seguirlo, nuestro deseo de que él esté siempre a nuestro lado, para guiarnos y acompañarnos.

Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 03 de Julio.

Fuente: Parroquia María Auxiliadora de Lima

Fuente: Salesianos Perú

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