El evangelista Marcos nos relata el milagro de la resurrección de la hija de Jairo como anuncio y señal de la llegada del Reino de Dios y anticipo de la resurrección del mismo Señor. Caminemos hacia quien está en necesidad.
Marcha hacia la vida
El Evangelio de este domingo presenta dos prodigios hechos por Jesús, describiéndolos casi como una especie de
marcha triunfal hacia la vida.
Primero el Evangelista narra acerca de Jairo que va donde Jesús y le suplica ir a su casa porque la hija de doce años se está muriendo. Jesús acepta y va con él; pero, de camino, llega la noticia de que la chica ha muerto. Jesús le dice: «No temas. Solamente ten fe». Y dirigiéndose a la difunta dice: «Muchacha, a ti te digo, levántate». E inmediatamente la chica se levanta.
Dentro del relato de este milagro, Marcos incluye otro: la curación de una mujer que sufría de hemorragias y se cura en cuanto toca el manto de Jesús. Aquí impresiona el hecho de que la fe de esta mujer atrae el poder divino de salvación que hay en Cristo. Él le dice: «Hija, tu fe te ha salvado». Se trata de dos relatos entrelazados, con un único centro: la fe, y muestran a Jesús como fuente de vida, como Aquél que vuelve a dar la vida a quien confía plenamente en Él. Los dos protagonistas, es decir, Jairo y la mujer enferma, no son discípulos de Jesús y sin embargo son escuchados por su fe.
Tienen fe en aquel hombre. De esto comprendemos que en el camino del Señor están admitidos todos: ninguno debe
sentirse un intruso o uno que no tiene derecho. Para tener acceso al corazón de Jesús hay un solo requisito: sentirse
necesitado de curación y confiarse a Él.
Yo les pregunto: ¿Cada uno de ustedes se siente necesitado de curación? ¿De cualquier cosa, de cualquier pecado, de
cualquier problema? Y, si siente esto, ¿tiene fe en Jesús? Son dos los requisitos para ser sanados: sentirse necesitados de curación y confiarse a Él. Jesús saca a estas personas del anonimato, las libera del miedo de vivir y de atreverse. Lo hace con una mirada y con una palabra que los pone de nuevo en camino. También nosotros estamos llamados a imitar estas palabras que liberan y estas miradas que restituyen, a quien está privado, las ganas de vivir. (Francisco, Ángelus, 1/07/2018)
XIII Domingo del Tiempo Ordinario
En nuestro mundo “civilizado y avanzado”, parece que la vida humana vale cada día menos. El aborto, la eutanasia, la violencia, los suicidios, etc., certifican el poco valor que se le atribuye hoy a la vida humana.
Pero Dios no ha hecho la muerte, ni se complace en la perdición de los vivientes. Por eso Jesús aparece hoy dominando la enfermedad y la muerte, en nombre de Dios, el Padre, amigo de la vida.
Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 27 de junio.
Fuente: Salesianos Perú