La Santísima Trinidad

María, espejo de la Trinidad, nos ayuda a reforzar nuestra fe en el Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y de unidad.

MISTERIO DE COMUNIÓN

Jesús sabe que está cerca de la realización del designio del Padre, que se cumplirá con su muerte y resurrección; por esto en el Evangelio de hoy quiere asegurar a los suyos que no los abandonará, porque su misión será prolongada por el Espíritu Santo. Será el Espíritu quien guiará a la Iglesia hacia adelante.

Jesús revela en qué consiste esta misión. Sobre todo el Espíritu nos conduce a entender muchas cosas que Jesús mismo tiene aún que decir. No se trata de doctrinas nuevas y especiales, sino de una plena comprensión de todo lo  que el Hijo oyó del Padre y dio a conocer a los discípulos. El Espíritu nos guía por nuevas situaciones existenciales  con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente radicados en el Evangelio y también con dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres.

Pero el misterio de la Trinidad nos habla también de nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios es una «familia» de tres Personas que se aman tanto que forman una sola cosa. Esta «familia divina» no está cerrada en sí misma, sino que está abierta y ha entrado en el mundo de los hombres para llamar a todos a formar parte de ella. El horizonte trinitario de comunión nos envuelve a todos y nos anima a vivir en el amor y la fraternidad.

Nuestro ser creados a imagen y semejanza de Dios-comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismos como seres-en-relación y a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que sea cada vez más evidente la imagen de la Iglesia icono de la Trinidad. Pero se juega en las distintas relaciones sociales, desde la familia, hasta las amistades y el ambiente de trabajo.

La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a comprometernos en los acontecimientos cotidianos para ser fermento de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión, nos sostiene la fuerza que el Espíritu Santo nos dona. (Francisco, Ángelus, 22/05/2016)

La Santísima Trinidad

Terminados los cincuenta días de la Pascua que concluíamos el domingo pasado con la fiesta de Pentecostés, hoy se nos invita a seguir contemplando el amor inmenso de Dios. Todos los domingos, nuestra celebración de la Eucaristía es contemplación de ese amor inmenso. Pero hoy lo hacemos de un modo peculiar, en este día de la Santísima Trinidad. 
Alabemos hoy la grandeza y la misericordia de Dios, nuestro Padre, agradezcámosle la vida nueva que nos ha dado en Jesucristo, sintámonos movidos por la fuerza del Espíritu que ha derramado en nosotros.

Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 12 de Junio.

Fuente: Salesianos Perú

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