V Domingo de Pascua

María nos ayude a acoger de su Hijo Jesús el don de su mandamiento, y del  Espíritu Santo la fuerza de practicarlo en la vida de cada día.

UN MANDAMIENTO NUEVO

Después de haber lavado los pies a los Doce, Jesús les dijo: «Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros. Que, como yo los he amado, así se amen también ustedes unos a otros» (Juan 13, 34). ¿Pero en qué sentido Jesús llama “nuevo” a este mandamiento?

El antiguo mandamiento del amor se ha convertido en nuevo porque ha sido completado con este añadido: «como yo los he amado». La novedad está completamente en el amor de Jesucristo, que ha dado la vida por nosotros. Se trata del amor de Dios, universal, sin condiciones y sin límites, que encuentra el ápice sobre la cruz. En ese momento el Hijo de Dios ha mostrado y donado al mundo la plenitud del amor. Dándonos el mandamiento nuevo, Él nos pide que nos amemos entre nosotros no solo y no tanto con nuestro amor, sino con el suyo, que el Espíritu Santo infunde en nuestros corazones si lo invocamos con fe.

De esta manera —y solo así— nosotros podemos amarnos entre nosotros no solo como nos amamos a nosotros mismos, sino como Él nos ha amado, es decir inmensamente más. Dios de hecho nos ama mucho más de cuanto nosotros nos amamos a nosotros mismos. Este amor nos hace convertirnos en hombres nuevos, hermanos y hermanas en el Señor, y hace de nosotros el nuevo Pueblo de Dios, es decir la Iglesia, en la cual todos son llamados a amar a Cristo y en Él a amarse unos a otros. 

El amor de Cristo nos hace capaces de amar a los enemigos y perdonar a quien nos ha ofendido. ¿Yo soy capaz de amar a mis enemigos? ¿Yo soy capaz de amar a esa gente que me ha ofendido? ¿Soy capaz de perdonarlos? El amor de Jesús nos estimula al diálogo y nos ayuda a escucharnos y conocernos recíprocamente.
El amor nos abre al otro, convirtiéndose en la base de las relaciones humanas. Hace capaces de superar las barreras de las propias debilidades y de los propios prejuicios. El amor de Jesús en nosotros crea puentes, enseña nuevos caminos, produce el dinamismo de la fraternidad. (Francisco, Regina Caeli, 19/05/2019).

Domingo V de Pascua

Estamos aquí reunidos para ofrecerle a Dios todo lo que hemos hecho por él durante esta semana, y lo que nos hemos esforzado por ser signo de su amor para los que todavía no participan en este encuentro dominical con el Señor resucitado.
Estamos reunidos también para degustar ya las primicias del cielo nuevo y la tierra nueva, para saborear la presencia de Dios entre nosotros. Participemos con fe y alegría.

Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 15 de Mayo.

Fuente: Salesianos Perú

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