Que la Iglesia anuncie con franqueza y valentía la Resurrección y dé de ella un testimonio válido con gestos de amor fraterno.
LA FUERZA DEL RESUCITADO
La página de los Hechos de los Apóstoles que se lee en este domingo relata que la primera predicación de los Apóstoles en Jerusalén llenó la ciudad de la noticia de que Jesús había verdaderamente resucitado, según las Escrituras, y era el Mesías anunciado por los Profetas. Los sumos sacerdotes y los jefes de la ciudad intentaron reprimir el nacimiento de la comunidad de los creyentes en Cristo e hicieron encarcelar a los Apóstoles, ordenándoles que no enseñaran más en su nombre. Pero Pedro y los otros Once respondieron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres…». Entonces hicieron flagelar a los Apóstoles y les ordenaron nuevamente que no hablaran más en el nombre de Jesús. Y ellos se marcharon «contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús».
Me pregunto: ¿dónde encontraban los primeros discípulos la fuerza para dar este testimonio? No sólo: ¿de dónde les venía la alegría y la valentía del anuncio, a pesar de los obstáculos y las violencias? No olvidemos que los Apóstoles eran personas sencillas, no eran escribas, doctores de la Ley, ni pertenecían a la clase sacerdotal. ¿Cómo pudieron, con sus limitaciones y combatidos por las autoridades, llenar Jerusalén con su enseñanza?
Está claro que sólo pueden explicar este hecho la presencia del Señor Resucitado con ellos y la acción del Espíritu Santo. El Señor que estaba con ellos y el Espíritu que les impulsaba a la predicación explican este hecho extraordinario. Su fe se basaba en una experiencia tan fuerte y personal de Cristo muerto y resucitado, que no tenían miedo de nada ni de nadie, e incluso veían las persecuciones como un motivo de honor que les permitía seguir las
huellas de Jesús y asemejarse a Él, dando testimonio con la vida.
Cuando una persona conoce verdaderamente a Jesucristo y cree en Él, experimenta su presencia en la vida y la fuerza de su Resurrección, y no puede dejar de comunicar esta experiencia. Y si esta persona encuentra incomprensiones o adversidades, se comporta como Jesús en su Pasión: responde con el amor y la fuerza de la verdad. (Francisco, Regina Caeli, 14/04/2013)
Domingo III de Pascua
Todos los cristianos nos reunimos en el día del Señor, tal como escucharemos en la segunda lectura, en torno a Dios Padre sentado en el trono, y al Cordero, que es Jesucristo resucitado. Y con el Amén final de nuestra plegaria de acción de gracias, toda la Iglesia los glorifica en la comunión del Espíritu.
Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 02 de Mayo.
Fuente: Salesianos Perú