III Domingo de Adviento

María nos ayuda a hacer espacio en nuestros corazones a Aquél que ya ha venido y quiere volver a venir para curar nuestras enfermedades y darnos su alegría.

ALEGRÍA Y AYUDA

En este tercer domingo de Adviento, llamado el “domingo de la alegría”, la Palabra de Dios nos invita, por una parte, a la alegría y, por otra, a tomar conciencia de que la existencia incluye también momentos de duda, en los que es difícil creer. Alegría y duda son experiencias que forman parte de nuestras vidas.

A la invitación explícita a la alegría del profeta Isaías: «Saltarán de alegría el desierto y la tierra reseca, la llanura se regocijará, se regocijará y dará gritos de alegría», se contrapone la duda de Juan el Bautista: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». El profeta tiene ante sí gente desanimada: manos débiles, rodillas vacilantes, corazones intranquilos. Es la misma realidad que siempre pone a prueba la fe. Pero el hombre de Dios mira más allá, porque el Espíritu Santo hace que su corazón sienta el poder de su promesa y anuncia la salvación: «¡Ánimo, no teman! Miren que su Dios viene, […] los salvará». Y entonces todo se transforma: el desierto florece, el consuelo y la alegría se apoderan de los perdidos. Esto es lo que sucede con Jesús: «Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva».

Esta descripción nos muestra que la salvación envuelve al hombre entero y lo regenera. Pero este nuevo nacimiento, con la alegría que lo acompaña, presupone siempre una muerte para nosotros mismos y para el pecado que está dentro de nosotros. De ahí la llamada a la conversión, que es la base de la predicación tanto del Bautista como de Jesús; en particular, se trata de convertir la idea que tenemos de Dios. Y el tiempo de Adviento nos estimula a hacerlo precisamente con la pregunta que Juan el Bautista le hace a Jesús: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?». Pensemos: toda su vida Juan esperó al Mesías. Sin embargo, él también tuvo que convertirse a Jesús. Como Juan, también nosotros estamos llamados a reconocer el rostro que Dios eligió asumir en Jesucristo, humilde y misericordioso. (Francisco, Ángelus, 15/12/2019)

III DOMINGO DE ADVIENTO

Bienvenidos a celebrar la Eucaristía en este tercer domingo de Adviento. Nos ha convocado el Espíritu del Señor, el mismo Espíritu que habitaba en  Jesús, el Espíritu que le envió a dar la buena noticia a los pobres, a  vendar los corazones desgarrados, a proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros la libertad. 
La Navidad se acerca. Permanezcamos en espera para acoger el don del Padre que nos sorprende y rejuvenece nuestra vida.

Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 11 de Diciembre.

Fuente: Parroquia María Auxiliadora de Lima

Fuente: Salesianos Perú

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