María nos ayuda a fortalecer nuestra esperanza en las promesas de Jesús.
DESPIERTOS Y EN ORACIÓN
En el evangelio de hoy resuenan de forma particularmente incisiva las palabras de Jesús: “Tengan cuidado: que sus corazones no se entorpezcan por el exceso de comida, por las borracheras y las preocupaciones de la vida, porque entonces ese día caerá de improviso sobre ustedes […] Estén siempre vigilantes y oren en todo tiempo”.
Estar despiertos y orar: he aquí como vivir este tiempo hasta la Navidad. El sueño interno viene de dar siempre vueltas en torno a nosotros mismos, y del permanecer encerrados en nuestra propia vida con sus problemas, alegrías y dolores. Y eso cansa, eso aburre, esto cierra a la esperanza. El Adviento nos invita a un esfuerzo de vigilancia, mirando más allá de nosotros mismos, alargando la mente y el corazón para abrirnos a las necesidades de los hermanos y al deseo de un mundo nuevo. Este es un tiempo oportuno para abrir nuestros corazones, para hacernos preguntas concretas sobre cómo y por quién gastamos nuestras vidas.
La segunda actitud para vivir bien el tiempo de la espera del Señor es la oración. “Levántense, alcen la cabeza, porque se acerca su liberación” (v. 28), es la admonición del evangelio de Lucas. Se trata de levantarse y rezar, dirigiendo nuestros pensamientos y nuestro corazón a Jesús que está por llegar. Uno se levanta cuando se espera algo o a alguien. Nosotros esperamos a Jesús, queremos esperarle en oración, que está estrechamente vinculada con la vigilancia. Pero si pensamos en la Navidad en un clima de consumismo, de ver qué puedo comprar para hacer esto o aquello, de fiesta mundana, Jesús pasará y no lo encontraremos.
Pero ¿cuál es el horizonte de nuestra espera en oración? En la Biblia nos lo dicen, sobre todo, las voces de los profetas. Hoy, es la de Jeremías, que habla al pueblo sometido a la dura prueba del exilio y que corre el riesgo de perder su identidad. La Palabra de Dios, a través del profeta, nos anuncia: “Miren […] Haré brotar para David un legítimo descendiente que ejercerá el derecho y la justicia en la tierra”. Y ese ‘legítimo descendiente’ es Jesús que viene y que nosotros esperamos. (Francisco, Ángelus, 2/12/2018)
I Domingo de Adviento
Comenzamos con este domingo la celebración del tiempo de Adviento. El Señor viene y nosotros hemos de tener el corazón abierto a su venida, para acoger su amor, su bondad, su paz. Que la Palabra de Dios halle eco en nosotros para que conozcamos mejor el misterio de Cristo y se realice en nosotros su salvación.
Hemos de estar preparados, “vigilantes” y “despiertos”, con la mirada fija en Él; pero con los pies puestos en esta tierra, llenándonos de obras de amor misericordioso para con el prójimo necesitado.
Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 28 de noviembre.
Fuente: Salesianos Perú