Domingo de Ramos

«Será grande, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin»

TRIUNFALISMO Y HUMILDAD

Las aclamaciones de la entrada en Jerusalén y la humillación de Jesús. Los gritos de fiesta y el ensañamiento feroz. Este doble misterio acompaña los dos momentos característicos de esta celebración: la procesión con las palmas y los ramos de olivo, al principio, y luego la lectura solemne de la narración de la Pasión.
Jesús nos muestra cómo hemos de afrontar los momentos difíciles y las tentaciones más insidiosas, cultivando en nuestros corazones una paz que no es distanciamiento o creerse un superhombre, sino que es un abandono confiado en el Padre y en su voluntad de salvación, de vida, de misericordia; y, en toda su misión, pasó por la tentación de “hacer su trabajo” decidiendo él el modo y desligándose de la obediencia al Padre. Desde el comienzo, en la lucha de los cuarenta días en el desierto, hasta el final en la Pasión, Jesús rechaza esta tentación mediante la confianza obediente en el Padre.
En su entrada en Jerusalén, nos muestra el camino. En ese evento el maligno tenía una carta por jugar: la carta del triunfalismo, y el Señor respondió permaneciendo fiel a su camino, el camino de la humildad. El triunfalismo trata de llegar a la meta mediante atajos, compromisos falsos. Busca subirse al carro del ganador. El triunfalismo vive de gestos y palabras que, sin embargo, no han pasado por el crisol de la cruz; se alimenta de la comparación con los demás, juzgándolos siempre como peores, con defectos, fracasados… Una forma sutil de triunfalismo es la mundanidad espiritual, que es el mayor peligro, la tentación más pérfida que amenaza a la Iglesia. Jesús destruyó el triunfalismo con su Pasión.
El Señor realmente compartió y se regocijó con el pueblo, con los jóvenes que gritaban su nombre aclamándolo como Rey y Mesías. Su corazón gozaba viendo el entusiasmo y la fiesta de los pobres de Israel. Hasta el punto que, a los fariseos que le pedían que reprochara a sus discípulos por sus escandalosas aclamaciones, él les respondió: «Les digo que, si estos callan, gritarán las piedras» (Lc 19,40). Humildad no significa negar la realidad, y Jesús es realmente el Mesías, el Rey. (Francesco, Homilía,
14/04/2019)

Domingo de Ramos

En este Domingo de Ramos la Iglesia recuerda la entrada de Cristo, el Señor, en Jerusalén para llevar a plenitud su amor misericordioso. Jesús, culminando su vida dedicada a la Buena Noticia de Dios, sube a Jerusalén, entra en la ciudad santa, y allí es recibido por el gentío que le aclama.
Nosotros, hoy, nos unimos a esta aclamación, con toda nuestra fe, y nos disponemos a vivir con él el camino de la cruz, que es el camino de la vida.

Puedes acceder al documento desde el siguiente enlace: Pan del Alma 10 de Abril.

Fuente: Salesianos Perú

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